Teresa Rodríguez
Quiero señalar que el sistema al que me voy a referir está de este hemisferio, el norte, el sistema del mundo occidental, el que está por encima. ( Sorprende ver en los mapas más usuales América del Norte y Europa destacando en tamaño sobre los demás continentes, cuando la realidad en kilómetros cuadrados es bien distinta).Y me voy a referir a este sistema como dominante ante otros que quedan devorados por él, empobrecidos, devastados. Y manipulador. Un sistema enfermo que no evita las desigualdades, pero sí las provoca.
Antiguamente, los conocimientos eran pocos y el progreso aún estaba por llegar, pero desde el principio de la humanidad el hombre quiso salvar su supervivencia cuando tuvo que pelear con animales, inclemencias o adversidades para subsistir; y hubo de protegerse; y se supo vulnerable; y hubo de cuidarse para no enfermar o morir. Yerbas y ungüentos trataban de evitar las enfermedades que diezmaban la población, La gente se extinguía en las guerras, por hambre y enfermedad y, o sanaban o morían.
A pesar de todo, nunca cejó el hombre en buscar caminos para la sanación y la mejoría de la salud, porque creo que detrás de ese afán subyace el deseo de eternidad. No sé si por vivir eternamente o por temor a la muerte; en cualquier caso esto es algo que ya estará estudiadísimo y vendrá en cienmil manuales de seudosicología.
Se ha institucionalizado la enfermedad como un camino para la curación en aras de un mayor bienestar y longevidad, olvidándonos de la presencia permanente de la muerte, alejándonos del mundo natural de donde procedemos y reubicándonos en ubitáculos de cuarenta metros cuadrados, rodeados de ruidos y humos , de problemas de dinero y con el conductor del autobús, y los horarios ,y los compromisos, y las presiones…y pretenden hacernos creer que ésta es la era del bienestar. Y me produce un dolor terrible, un dolor en el alma, porque pienso que podría serlo: hay medios más que suficientes, y conocimientos sobrados para que pudiera ser así.
Pero sin saber muy bien por qué nos vemos sometidos a un disparate de acciones en esta selva contra-natura. Forzamos todos los días nuestro mecanismo para subsistir. El sistema está ahí para hablar de lucha, esfuerzo, poder, dominio , dinero, codicia al fin y al cabo y todo ello pasa factura y un buen día no puedes levantarte de la cama, pero no pasa nada porque los médicos-dioses están ahí para diagnosticarnos y los laboratorios para medicarnos(intoxicarnos),y se convierte tu vida en un vía crucis a la deriva: pierdes voluntad, te vuelves vulnerable,, estás a merced de otros y desde ese momento el camino se hace más lento, penoso, triste…Te recetan, te hacen pruebas, te aturden, te humillan, te ignoran…y humildemente regresas a casa a cumplir lo que ellos te mandan para sanar. Es difícil escapar, pues las opciones son pocas y caras. Crear mi cápsula particular es la única arma que me queda para seguir, ya enferma, en el camino... Y la palabra.
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